Tristeza normal y patológica
La tristeza es un sentimiento natural y muy frecuente en la mayoría de las personas, que surge generalmente ante vivencias, experiencias y situaciones recientes o actuales y ante recuerdos de experiencias pasadas negativas.
En nuestra vida estamos experimentando constantemente sentimientos y sensaciones, Algunas vivencias nos resultan placenteras, alegres, o agradables. Otras las sufrimos como desfavorables, penosas, negativas. De todas ellas, las vivencias de pérdida son las que con más frecuencia nos producen tristeza. Pueden deberse a la pérdida total o parcial de una persona querida, como la muerte de un padre; la finalización de una experiencia positiva, por ejemplo que te lesiones y no puedas hacer deporte; una ruptura sentimental; una decepción; etc.
En la tristeza normal suele haber algo que nos la ha provocado, y normalmente podemos saber que en unas horas, unos días o quizás más tiempo esta tristeza irá desapareciendo. En la tristeza normal sufrimos y lo pasamos mal, pero esta tristeza no altera mucho nuestra vida, es decir, no nos llega a incapacitar, podemos ir superándola poco a poco y entendemos que es un sentimiento esperable, dada la causa que la originó.
Pero otras veces la tristeza se hace mucho más intensa, insoportable, nos llenamos de pesimismo, de desesperanza ante el futuro, y empiezan a aparecer más síntomas, como la ansiedad intensa, nos empieza a rondar la idea de que así no vale la pena vivir, dejamos de dormir (porque frecuentemente en estos casos nos despertamos excesivamente pronto), tenemos menos energía para todo, perdemos el interés por todo lo que antes nos hacía ilusión o nos gustaba. También podemos perder el apetito y perder peso o al contrario comer en exceso sobre todo hidratos de carbono como dulces. Frecuentemente, al verlo todo negativo, vemos con mucha más preocupación todo, nos sentimos sin valía, sin capacidad para nada.
La tristeza patológica muchas veces aparece sin un claro factor desencadenante. Produce un enorme sufrimiento, y es duradera, es decir, dura varios días seguidos, al menos 15 días seguidos, durante la mayor parte del día. Nos impide seguir haciendo nuestra vida habitual, nos sentimos incapaces de continuar con nuestras tareas, con nuestro trabajo, y abandonamos las actividades que nos gustaban y los hobbies.
Las personas que la han experimentado este tipo de tristeza saben que es una tristeza totalmente distinta a cualquier tristeza normal, provoca un sufrimiento inenarrable, la mayor parte del día. No es excepcional en absoluto que las personas sufran esta tristeza más intensamente en una parte del día, de manera que frecuentemente se encuentran mucho peor por la mañana, en que sienten que la vida es un mundo difícil de afrontar, mientras que a media tarde empiezan a mejorar y se alivian, hasta volver a empezar la mañana siguiente con un sufrimiento intenso.
En la tristeza normal, si es intensa, a veces nos puede venir bien consultar con un profesional, habitualmente psicólogo, para ver cómo nos estamos enfrentando con las situaciones que la han provocado, y podemos aprender a aliviar los síntomas y a que no se haga demasiado intensa o se prolongue demasiado. Así podemos evitar que se convierta en una tristeza patológica.
La tristeza patológica suele requerir de ayuda especializada, porque sino se trata el sufrimiento y la incapacidad que provoca, se prolonga mucho en el tiempo y puede tener serias consecuencias.